SOLSTICIO DE
VERANO Y DE INVIERNO
Hay dos momentos del año
en los que la distancia angular del Sol al ecuador celeste de la Tierra es
máxima. Son los llamados solsticios. El de verano es el gran momento del curso
solar y -a partir de ese punto- comienza a declinar. Antes de cristianizarse
esta fiesta, los pueblos de Europa encendían hogueras en sus campos para ayudar
al Sol en un acto simbólico con la finalidad de que "no perdiera
fuerzas". En su conciencia interna sabían que el fuego destruye lo malo y
lo dañino. Posteriormente, el hombre seguía destruyendo los hechizos con fuego.
Se ha asociado esta festividad al solsticio de
verano, pero esto tan solo es cierto para la mitad del mundo o, mejor dicho,
para los habitantes que viven por encima del ecuador (en el hemisferio norte)
ya que para los del sur el solsticio es el de invierno y si me apuran, ni tan
siquiera para todos ellos pues esto de San Juan, al menos con este nombre, es
patrimonio del mundo cristiano. Aunque no lo crean en los países orientales,
con ritos y creencias distintas, se celebran estas fiestas (eso sí, con otros
nombres) conservando en todas ellas la misma esencia: rendir un homenaje al
Sol, que en ese día tiene un especial protagonismo: en el hemisferio norte es
el días más largo y, por consiguiente, el poder de las tinieblas tiene su
reinado más corto y en el hemisferio sur ocurre todo lo contrario. En cualquier
caso al Sol se le ayuda para que no decrezca y mantenga todo su vigor.
Este
simbolismo era compartido por pueblos distantes, separados por el océano
Atlántico. Es el caso de los viejos incas en Perú que se celebraba cada 24 de
junio, el Inti-Raymi o la [Fiesta del Sol] en la impresionante explanada
de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco. Justo en el momento de la salida del astro
rey, el inca elevaba los brazos y exclamaba: "¡Oh, mi Sol! ¡Oh, mi Sol!
Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. ¡Oh, mi Sol!"
Este gran
festival se sigue practicando y representando hoy en día para conmemorar la
llegada del solsticio de invierno, con un claro tufillo turístico. Los
habitantes de la zona se engalanan con sus mejores prendas al estilo de sus
antepasados quechuas y recrean el rito inca tal y como se realizaba (más o
menos) durante el apogeo del Tahuantinsuyo.
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